La rentabilidad de las acciones no está estipulada por contrato, por eso su renta es variable. En el corto plazo dependerá de las fluctuaciones del mercado y en el largo plazo, de la performance de la compañía en particular y la industria en general.
Si la acción obtiene una revalorización positiva en su precio, el inversor habrá obtenido rendimientos por ganancias de capital.